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sábado, 10 de agosto de 2019

OLVÍDAME Y PEGA LA VUELTA

#Aleertoca #eltranviadelamoda

“¿Quién es?
Soy yo.
¿Qué vienes a buscar?
A ti.
Ya es tarde…
¿Por qué?
Porque ahora soy yo la que quiero estar sin ti.”

Tan malo es el exceso de tiempo juntos como el exceso de tiempo separados.

Llega la época de las vacaciones y las parejas empiezan a temblar solo con pensar que tienen que pasar los próximos 15 días y sus respectivas noches juntos. Sale a relucir una crisis matrimonial que ha invernado con las preocupaciones típicas de los largos horarios de trabajo, el estrés que aportan los hijos, el infierno de la intromisión de los familiares, los problemas de mantener un hogar al día…
Y en vacaciones es cuando se tiende a ser impulsivo y reaccionar ante la tristeza, la rabia, el miedo y el dolor que acarrea todo el año.

El difícil reto del verano es ser capaz de superar unas vacaciones excesivamente planificadas donde se empieza a no estar de acuerdo en los planes y se acaba descubriendo una infidelidad en un contexto veraniego de fiesta y relax capaz de amenazar el matrimonio más perfecto.

1- Pasar demasiado tiempo juntos no debería ser perjudicial. En realidad, las personas enamoradas solo piensan en estar juntas. Pero pasada la etapa de enamoramiento, el exceso de tiempo compartido con la pareja empieza a ser una pesadilla. Multiplica los errores de comunicación y resulta agobiante.

2- Todo resulta tremendamente racional. Vacaciones planificadas al milímetro que dejan escaso espacio a la pasión y a la aventura, se idealizan y se corre el riesgo de topar con la máxima decepción.

3- El verano es tiempo de playa, de música que machaca con temas de amor, de canciones de pub que encienden la pasión…de salidas nocturnas en las que la pareja se arregla más de lo habitual para volver a sentirse…deseada. Y con ello las personas más propensas a la infidelidad tienen más papeletas para caer en ella.

4- Es difícil coincidir en todos los hobbies y variantes de ocio con la pareja. Unas quieren playa, otras montaña. Unas quieren gastar un poquito menos, a otras no les importa gastar más porque creen que lo merecen y tienen una doble contabilidad con la relación paralela que mantienen en la ciudad. La falta total de comunicación en la preparación de las vacaciones hace que se generen los conflictos, porque en realidad, no les apetece nada.

5- Al disponer de más tiempo libre, los encuentros sexuales pueden ser más habituales, sin embargo, o no se producen o si se producen se detecta la falta de deseo que existe el resto del año y que ahora no se puede ocultar.

Como cantaba Pimpinela de manera teatral su famosa canción:

-“Vete, olvida mis ojos, mis manos, mis labios que no te desean…
Estás mintiendo ya lo sé
Vete, olvida que existo, que me conociste y no te sorprendas, olvida de todo que tú para eso…tienes experiencia”.

Está claro que las vacaciones son un escenario diferente para miles de parejas que siguen un ortopédico guión el resto del año y destapan frustraciones, infidelidades, falta de deseo, dobles contabilidades en relaciones paralelas y se hacen la pregunta:

¿Pero qué cojones hago aquí con “este señor” que vive conmigo si después de tanto tiempo me está resultando un auténtico extraño?

“Olvida mi nombre, mi cara, mi casa
Y pega la vuelta…”

Cuánta razón Pimpinela...


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