Es la historia de la ingratitud filial, la vejez y la importancia de la figura de un padre o una madre que no puede evitar la descomposición familiar. La historia Shakespeariana del Rey Lear, que se desarrolló hace ya varios siglos en la céltica Britania, ha llegado intacta a nuestros días, por la situación paralela que se produce con el comportamiento que cada hijo o hija comete hacia sus padres, la mayor infamia, la mayor vergüenza: conseguir la herencia en vida y después …abandonarles.
La historia comienza cuando el viudo Rey Lear decide que va a renunciar a su autoridad y repartir el reino entre sus tres hijas. Las dos mayores casadas y la menor y más querida…aún soltera. Les pregunta cuál de ellas lo ama más. Las dos mayores le dicen simplemente lo que quiere oir. Lo quieren muchísimo como Rey y como padre y lo van a cuidar hasta el final. Sólo una de ellas, la pequeña Cordelia, le dice la verdad. Que le quiere porque es su padre y porque es su deber. El Rey Lear se enfada y la deshereda…dejando su reino repartido en dos, para las dos hijas mayores y sus ambiciosos esposos. Y con el trato de que será en sus casas donde se aloje alternativamente cada mes en su retirada.
Una vez que las hijas mayores han conseguido su reparto, sin importarles la parte que injustamente han robado a su hermana Cordelia, se muestran despectivas con su padre. Le quitan poder y servidumbre y lo abocan al vacío de la soledad y al borde de la locura.
¿Quién no se volvería loco si le sucediera algo así ?
Esta magnífica representación teatral es el pan de cada día de las familias en la actualidad. Las Residencias de Ancianos están repletas de "Reyes y Reinas Lear”. El Rey Lear es el padre o madre que ha quedado viudo y las hijas mayores son los que una vez se han asegurado la herencia en vida, acaban desentendiéndose de su cuidado.
No toda la culpa de las muertes de nuestros mayores lo tiene el Covid 19. Ahora se contagian de coronavirus, pero hace meses, además, se contagiaban de gripe, de herpes, de soledad, les aparecían llagas….y de lo que siempre se han contagiado nuestros mayores cuando han sido abandonados en una Residencia es de desamor.
Cuenta una historia paralela, de hace solo unos meses, que murió una mujer, también viuda, de 87 años en una Residencia de Ancianos, que había donado la herencia en vida hacía diez. Murió en la más absoluta soledad. También tenia tres descendientes. Una hija, la que siempre creyó que la cuidaría y dos hijos. A uno de los hijos, nuestra Cordelia, lo mató en vida, el mismo día que repartió la herencia a los otros dos.
A día de hoy…aun no sabe por qué.
Como la historia del Rey Lear, los dos que exigieron y recibieron la herencia, no tuvieron ningún reparo en aceptarla sin pensar en el tercer hermano, ni en el bienestar de su madre, máxime cuando la causa de tan repentina decisión vino de la inminente necesidad del hijo menor de hacer frente a pagos económicos . Siempre fue un auténtico generador de problemas…
Sus vidas estuvieron constantemente asoladas por las ambivalencias y ambigüedades del amor familiar y apoyadas en la mentira. Con su decisión para salvar un hijo, sacrificó a otro y enriqueció a una tercera.
Esa tercera, por si sola ya tenía una historia bastante deprimente. Ella nunca tuvo la vida deseada y estuvo siempre obsesionada con la de su hermano: un maestro inventando verdades y ella…una maestra inventando mentiras.
Una vez consiguió la herencia, nada le frenó para llevar a su madre a la primera de una larga lista de residencias decadentes en las que vivió totalmente sola. En la última, falleció en soledad y según dicen unos y otros, con muestras de locura por lo que había hecho.
Su esquela fue un infame trozo de papel donde apenas aparecían ella y su difunto marido. Letra en negrita y como apenados : “Su Familia”. Parecía más la esquela de un desconocido migrante, que la de la madre de dos hijos a los que había beneficiado tan opulosamente años atrás. Hijos que no serían nada si no hubieran pertenecido a esa familia… sin ninguna cualidad digna de reseñar, unos personajillos secundarios.
Del tercer hijo…nadie preguntó. Lo enviaron al limbo de los desheredados, como a Cordelia. Dieron por buenas las mentiras y maledicencias que dijeron sus hermanos para justificar semejante tropelía.
Cuando el Rey Lear desenmascara a sus hijas, se da cuenta de lo terrible que ha hecho, desde los oscuros recovecos del alma y se arrepiente de su decisión. Quiere salvar a Cordelia de sus hermanas, pero llega tarde y le avisan de que ya ha muerto por orden del marido de una de ellas. Muere en la locura cuando sabe que la ha perdido…cuando fue la única que le dijo la verdad.
Viendo a Shakespeare, el Rey Lear nos presenta dos tramas diferenciadas y paralelas: la del rey y sus tres hijas y la del sufrimiento de un padre al comprobar el denigrante y vejatorio comportamiento de sus hijas hacia él y hacia Cordelia. Es la historia del supremo egoísmo, es la historia de dos crímenes, la ofensa hacia Cordelia y la peor y más vomitiva…la del abandono de un padre por sus hijas cuando ya le han quitado todo lo que le podrían quitar.
En determinadas circunstancias cualquiera puede ser un asesino y nadie como el excelso bardo británico para explicar los comportamientos humanos a través de sus tragicomedias. Porque la tragedia mayor es la tragedia doméstica, la tragedia que fluye y desgarra desde la sangre.
El dinero despierta la conducta más criminal de las personas. Según las estadísticas, cuando te matan mueres a manos de alguien que conoces; una amigo, un amante, un hermano…Cuando notas las puñaladas de la familia sientes que tu cuerpo está roto. No se puede ser fuerte a todas horas sobre todo, porque no piensas que los que te van a apuñalar van a ser los de tu sangre…
Como dijo el Rey Lear a una de sus dos descompuestas hijas: “Eres un tumor, una llaga que supura, una úlcera inflamada en mi sangre corrompida y una mentirosa”.
Shakespeare siempre de moda desde hace siglos…
P.D : Totalmente dedicado.