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Aunque llevábamos años intentado salir de la crisis económica anterior, los medios de comunicación anunciaron que el mundo había entrado en la siguiente: la crisis sanitaria debido al COVID - 19.
Muchos expertos y analistas ya profetizaban que iba a tener consecuencias apocalípticas. Pero nadie pensaba que algo que estaba sucediendo tan lejos como China, iba a crear un terremoto financiero aquí, a nuestro alrededor. De hecho, nos encontramos ante un momento histórico extraordinario. Somos testigos de excepción de un cambio de época y a la vez, estamos siendo su conejillo de indias.
En este contexto actual se ha convertido en una necesidad el poder de adaptación al cambio, para prosperar en la nueva realidad personal, laboral y económica emergente. Está en juego nuestra capacidad de reinventarnos y debemos tomar nota de unas lecciones psicológicas que las crisis nos van enseñando conforme se asoman puntuales como un reloj... a nuestras vidas.
Lecciones a tener en cuenta:
- Aceptar lo efímero de las cosas: Nada dura para siempre. Todos los sistemas sociales y políticos, financieros y de energía han tenido puntos álgidos de expansión. Pero después ha venido la decadencia y acto seguido…la transformación.
¿Significa esto que se ha destruido todo?
NO, significa que han tenido que ir mutando en función de las crisis sistemáticas que se van sucediendo cada ciertos años. Y esto siempre va acompañado de conflicto e inestabilidad.
- Abrirse a lo nuevo: Es una ley eterna. Lo viejo muere dando paso a lo nuevo. Desaparecen sectores y compañías que dan paso a otros nuevos relacionados con la innovación.
¿Y las nuevas tecnologías?
Poco a poco nos facilitan hacer cosas que no sabíamos que podíamos hacer. Este fenómeno se denomina “Destrucción creativa” e indica que las propuestas más eficientes y de mayor calidad sobrevivirán a las anteriores.
- Vencer el miedo al cambio: Tenemos miedo a dejar ir lo que creemos que tenemos seguro. Eso se llama salir de la zona de confort “ dando un salto al vacío”.
¿Has sentido alguna vez “la travesía por el desierto”?
Esa incomodidad nos confronta con nuestros miedos porque tememos equivocarnos. Tenemos miedo a fracasar y a hacer el ridículo temiendo lo que la gente pueda pensar de nosotros…
- Dudar de la forma de pensar: Todo está por reinventarse y es necesario que ese proceso de destrucción creativa ocurra de forma individual, dentro de nuestra mente.
¿Debemos cuestionar todo lo anterior?
Es hora de dejar que las viejas creencias permitan que nazcan las nuevas, las que son necesarias ahora, debemos romper la inercia de lo adquirido y actualizarnos a cada periodo antes de que sea demasiado tarde.
Me consta, por mi propia experiencia y por lo que he visto infinidad de veces en otras personas, que para muchos el miedo es un enemigo íntimo con quien compartimos la existencia. Un miedo irracional y obsesivo en realidad, se origina en los verdaderos terrores del vivir pero que nosotros colocamos en otro lado. No queremos admitir que en cualquier momento puede ocurrirnos una desgracia y nos esforzamos continuamente para parecer que estamos bien, aunque estemos atemorizados.
Cuando nos muerde el miedo no suele ser por motivos de peso. Miedo a quedar mal, a que no te quieran, a no llegar a unos objetivos, a fracasar…
Sentir miedo y temer todo esto, incluso mucho antes de que suceda,…es la peor pesadilla.
¿Por qué destrozar nuestro presente por el miedo a un futuro incierto?
En este marco de adversidad, incertidumbre y crisis hay muchas personas que agudizan su ingenio para detectar posibles oportunidades. Oportunidades que el miedo y el caos no nos dejan entrever pero que otras personas, sin embargo, ven con extrema claridad.
Cualquiera es capaz de hacer cualquier cosa. Nos gusta pensar que podemos controlarnos y elegir lo que hacemos. Incluso en determinadas circunstancias todos podríamos llegar a descubrir esas oportunidades
Los que convivimos cotidianamente con el miedo somos sin lugar a dudas los más valerosos y debemos evolucionar tanto individual como socialmente. Tenemos miedo a las crisis económicas, sí, pero no podemos esperar a que otros resuelvan nuestros problemas.
Ha llegado la hora de la siguiente crisis…pero también de la siguiente oportunidad.
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