A menudo se identifica el payaso con el arquetipo propio de un embaucador. Su función de hacer bromas y saltarse las normas pone en jaque la realidad, nuestra realidad.
Por qué nos dan miedo los payasos?
Esas carcajadas que se supone que provocan permiten a los demás librarse de las ideas rígidas de sus vidas y abrirse al extasis.
Pero el terror a estos artistas es real y para enfrentarse a ellos hay que bajar al subsuelo, al inconsciente....que es donde residen nuestros miedos más profundos y sórdidos.
Hay niños que lejos de gustarles, les inquietan y se niegan a ir al circo a verlos porque les causan un tremendo miedo y malestar.
Y sinceramente, puede que tengan razón.
Ese maquillaje extremo encarna la falsedad. Un payaso puede estar triste pero luce una sonrisa exagerada en su rostro, una sonrisa que oculta sus verdaderos propósitos.
-Miedo que refleja el temor a no saber lo que los demás piensan de nosotros mismos.
-Miedo a que con su maquillaje y estrafalaria ropa nos arrancan de la normalidad dando rienda suelta a una espontaneidad que puede llegar a incomodarnos y hacernos sentir inseguros.
-Miedo a la imposibilidad de saber quién se esconde tras esa máscara. Su habilidad para cambiar de identidad suscita rechazo. Miedo a lo desconocido. Miedo a sus intenciones...
Que se convierte en pánico a lo grotesco y a lo escondido y que tal vez oculte el miedo a lo que no conocemos de nosotros mismos ni a cómo somos capaces de reaccionar ante la amenaza de frases como ésta:
“Esta noche voy a robar tus sueños...”
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