Todos necesitamos vivir con la ilusión de que las cosas serán diferentes...Si soy bueno, todo saldrá bien, piensan los niños.
El problema es alimentar la ilusión separada del principio de la realidad creyendo que podemos influir en el destino con mágicos rituales. Y esto...puede llevar a grandes desilusiones.
Para un joven, la desilusión suele crear unos abismos peligrosos que pueden traerle la ruina. Y los pensamientos mágicos suelen ser útiles para manipular almas impresionables, tengan la edad que tengan.
Incluso hay quienes quieren tener todo previsto para asegurarse que todo saldrá bien, que saldrá como uno quiere. La necesidad de control es constante y obsesiva para calmar la angustia e incluso evitarla.
Sin embargo, el intento de control lleva a la pérdida de autocontrol.
Entonces, que debemos hacer?
Debemos mantener a raya la tendencia de ensoñar. Pues creamos expectativas tan elevadas que hacen que el camino sea hermoso pero el destino pueda ser decepcionante.
Debemos valorar sólo aquello que hayamos conseguido.
Los rituales...para cambiar el destino no existen.
La realidad es, en este caso, la magia.
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