Cuando uno reconoce y ve al otro, también se siente visto y eso...fortalece los vínculos haciendo que las relaciones sean más placenteras.
Pero las personas que nos encontramos a menudo suelen sufrir un bloqueo en su vida, derivados de temas que temen plantear o sacar a la luz, les cuesta. Temas que van posponiendo porque el mero hecho de pensar en ellos les provoca un enorme malestar y un nudo en el estomago.
No quieren que se les note la tristeza en la cara.
Y el resultado es que la comunicación no fluye: ni con un hermano, ni con el marido, ni con la pareja...y se acaba intentado evitar a esas personas a toda costa distanciándose.
Son las conversaciones pendientes. Las que generan inestabilidad, no las típicas que rellenan silencios de charla.
Entonces, otros miembros de la familia o del grupo de amigos intentan restaurar esa comunicación intermediando; diálogos laterales, buscando culpas...y todo acaba en un enorme desencuentro.
Parece mentira que todo un mundo de amargura, remordimientos y recuerdos estén contenidos en una exhalación y pendientes de una conversación. A veces, incluso encontramos sentido a una discusión y conseguimos justificarla en lugar de condenarla...
Porque para plantear un diálogo es importante hacerlo desde un espacio de aprecio y de amor. Nos cuesta convencer cuando la relación es fuente de frustración. "Ya no me quieres", "no tienes tiempo de estar conmigo, no te sale", " no me prestas atención..."
Una queja en toda regla.
De hecho, las quejas son peticiones encubiertas. Uno no pide lo que quiere sin que se levante una nube de malestar. Por eso, en lugar de ser claros y abiertos diciendo lo que nos gusta solo sabemos reprochar...
Uno de los factores fundamentales de las conversaciones pendientes radica en hablar de los temas que nos interesan con las personas que nos interesan. Aclarar es fundamental.
Porque si alguien te plantea una queja considérese importante para esa persona.
Está claro que "hablando no se entiende la gente". Es necesaria una atención plena para establecer vínculos y percibir gestos, lenguaje corporal...
También es muy útil narrar lo que a uno le ocurre y siente. Contar que esto te pone triste o aquello te hace sufrir. Solo para que el otro lo sepa pero que no se culpe.
Entonces, qué más podemos hacer?
Pedir solo cuando respetemos las limitaciones de lo que el otro quiere y poder cumplirlo. Hacer propuestas sin pedir nada a cambio. Cuando las peticiones son más claras, es más fácil llegar a acuerdos.
"Escuchar es dar" Treya Wilber
Esas conversaciones pendientes, esos momentos que perduran en el tiempo como lágrimas en la lluvia...
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