Hay con respecto a la soledad un malentendido que resulta ya imposible de aclarar.
Soledad buscada? Soledad forzada?
Ocurre, que la idea que tenemos de su significado está prisionera en su mayor parte, en el territorio de nuestras mentes donde los anhelos y los sueños se mezclan hasta el punto de que no estamos dispuestos a que la realidad desbarate lo que durante tanto tiempo hemos fraguado al calor de la fantasía...olvidando lo que sentimos al estar solos.
Solo sabemos cómo estamos realmente cada uno de nosotros, nadie más. Hay gente que incluso afirmaría que nos imaginan más felices de lo que realmente somos y menos solos de lo que realmente estamos.
Sin embargo, reflexionando a veces nos avergonzamos de lo que sentimos en ese momento de la vida en que parece que la soledad que arrastramos fuera como una enfermedad que el prójimo advirtiera y entonces...rechazara nuestro contacto por miedo al contagio; las mismas personas que presumen de estar acompañadas cuando realmente se sienten solos y jamás lo reconocen.
Pero la verdad es que en soledad, buscada o no, cuando más solitaria se vuelve una persona, más pierde su habilidad para navegar de nuevo en la corriente social y a veces...corriente vulgar.
Por fortuna, este tipo de personas comparten soledades y eso hace que se comprendan mejor. Personas que les encanta empaparse de la vida de otros solitarios que hacen que el mordisco rabioso de la soledad se convierta en el momento de más compañía porque en el fondo...son los que mejor comprenden.
Notas vibraciones con ellos que antes estaban ausentes como el eco.
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Es como el momento de éxtasis en el que entras como cuando miras una obra de arte, ese abandono inerte como si la obra se hiciera contigo, entrara en tí...se apoderara de todo tu ser.
Una transacción inmediata.
Tan absorta y ajena a todo que no lograrías comprender que no puede ser casualidad que te cruces con alguien así, con quien soñar...que te lleva a un lugar magnético y eterno difícil de entender.
Mirar a un mismo punto y soñar.
Mirar a un mismo punto y ver lo mismo.
Como decía Gambardella en La Gran Belleza, obra maestra italiana. "El descubrimiento más consistente que he hecho tras cumplir 65 años es que no puedo perder el tiempo en hacer cosas que no quiero hacer..."
Y todos sabemos que no es necesario llegar a esa edad para darse cuenta de ello e incluso añadiría que "ni para estar con quien no quiero estar..."
La soledad buscada, sí. Y si no es así por lo menos elegir con quién.
Qué se siente al estar solo...?
Pienso en aquello que leí una vez. La soledad es exigente, busca la espina dorsal del sentimiento humano, del que te comprende, del que comparte su autentica soledad contigo.
Una mezcla entre el placer y el desvanecimiento.
La soledad está ahí, y nosotros dentro de ella con quien elegimos.
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