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Aquella risa había sido una acción refleja. Veía la gravedad de la situación y no paraba de sonreír…
Él la encontraba maravillosa…. La alegría y el miedo invadían su corazón. Resaltaba entre la gente como sobresale una rosa entre un ramillete de ortigas.
Estaba en un estado de aturdimiento.
¿De dónde sacaba ella, esa fuerza que le permitía aparecer indiferente a todos, tan magníficamente serena, y a él le hacia parecer el hombre más inseguro del mundo?
Un mundo nuevo y distinto se abría ahora para él, un mundo de belleza y grandeza moral. Un mundo de inocencia y felicidad. Un refugio. Los pensamientos más elevados y los sentimientos más puros…Y todo lo que mas deseaba, siempre sonriendo con ella.
Como decía Luis Eduardo Aute: “Más cine, por favor.”
Y más sonrisas…
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