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jueves, 9 de febrero de 2017

SABEMOS...LO QUE QUEREMOS?


Nos parece que los años van poniendo orden en nuestra vida y que con el tiempo, los aprendizajes se asientan en nuestro vivir. Es como un proceso de maduración.
Sin embargo, muchas personas han aprendido a no definirse por ellas mismas porque tienen dificultades para escoger lo que les conviene.

No cabe duda que uno no se construye solo. Nuestra identidad se forma en gran parte a través de vínculos que establecemos, sobre todo en dos etapas muy marcadas:

-La primera etapa: donde somos seres dependientes y es en la adolescencia donde nos rebelamos para lograr una independencia que durará hasta la madurez. La búsqueda de la identidad. ( de los 13 a los 21...)

-La segunda etapa: donde requiere la decisión de la intimidad frente al aislamiento. ( de los 21 a los 40...)

Esa tormentosa y obsesiva búsqueda del ser en la adolescencia, del desarrollo sexual o de la integración en un grupo produce dificultades para madurar y se tiende a depender de los demás. Podría ser baja autoestima?

Aunque también puede catalogarse como una definición a través de los demás. Se convierten en su sombra reproduciendo a esas personas, se vacían de ellas mismas para dar lugar a los deseos de los otros.
Son las personas indefinidas. Solo se sienten fuertes si reciben su fuerza, solidez y adulación.
No obstante, la adulación, cuando se fundamenta en un motivo plausible, no es perniciosa, sino que estimula a acometer grandes proyectos.

Otras consecuencias de los indefinidos, se manifiestan en las relaciones. Si entendemos que la intimidad supone estar cerca de otros, no deberíamos temer perdernos a nosotros mismos, porque tenemos bien resuelto saber "Quién soy yo..."

Las dificultades en lograr una profunda intimidad con la pareja y la desconfianza con los demás empieza con el gran miedo a que los otros nos engullan, perdamos el control de nuestras vidas y "quedemos en sus manos".

Es la paradoja del indefinido: prefieren sostenerse bajo las estructuras de otras personas o grupos hasta que llega el día en el que se sienten demasiado "encorsetados".

Aquello que necesitan...es a la vez lo que les arruina.
Desearon entrar y ahora no saben cómo salir de ahí.

Todo esto no deja de ser una construcción continua de la personalidad. Una vida es muy compleja, no es una sola identidad, es la suma de la ética, de los valores y de los principios que uno va haciendo junto a los demás.

Fuerte...pero sin llegar a fosilizar su vida por ser duro e intransigente.
Y flexible porque, ocurra lo que ocurra, siempre puede volver a si mismo después de perderse en el otro.

Ese es el proceso de la maduración: el equilibrio entre nuestras definiciones y la capacidad de soltarlas cuando empiezan a limitarnos. Sentir el caos...como puente de creatividad y aprendizaje.

Por eso, definirse uno mismo es elegir. Y cuando nos toca elegir sabemos...lo que queremos?

eltranviadelamoda.com


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