Vivimos inmersos en la sociedad del rendimiento y la hiperactividad. Una lista de tareas que debemos hacer nos persigue cada día: limpiar, trabajar, planchar, ordenar...
Antes de poder disfrutar de aquello que realmente nos hace ilusión nos vemos inmersos en ese sinfín de quehaceres. Debemos ser tremendamente productivos en nuestro trabajo, excelentes e imaginativos amantes, tener una vida social rica y tener actualizado Face book!!
Correr 10km al día, no tener ojeras, hacer, hacer...
Tenemos a nuestro "otro yo" diciéndonos todo aquello que debemos hacer en una carrera continua y excéntrica en espiral.
Por que hoy el único pecado es no hacer nada?
Llegan los momentos de vacaciones y se han convertido en un conjunto inagotable de tareas que nos dejan mas cansados que cuando empezamos!! Y esto ocurre porque no hay un explotador externo, somos nosotros mismos y nos resulta complicado oponernos.
Cuantas veces hemos deseado escribir algo y antes de empezar hemos leído los emails, atendemos las alertas de las redes sociales y contestamos dos whatsapps...? Estamos cansados antes de empezar.
Deberíamos diferenciar las tareas en:
1. Las que hay que afrontar: por ejemplo una llamada incomoda que vamos postergando...son 3 min. Si la dejamos revolotear en nuestra cabeza se convierte en una pesadilla.
2. Las cosas que se organizan: se eligen, se pide ayuda, se reparten...
3. Las que puede que no tengamos que hacer: hay muchas tareas que realmente no son necesarias y cada uno debe decidir cuáles...
Después...podremos elegir que hacer con nuestro tiempo. Algunos ya lo saben...otros tiene que descubrirlo y sentir esa magia que no es otra cosa que el motor de la realización.
Como dijo Platón: "todas las cosas serán producidas en mayor cantidad y calidad cuando cada hombre trabaje en una sola ocupación, de acuerdo con sus dones naturales ..."
Aunque parezca imposible podemos conseguirlo porque no hay nada menos productivo que el afán de la productividad.
Y acabamos agotados con razón!!
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