Todos necesitamos en mayor o menor medida la aprobación de los demás. Incluso las personas con mayor autoestima. Pero aceptar las propias necesidades, constituye el primer paso para satisfacerlas.
Para conseguirlo, mucha gente se afana por desplegar una amabilidad y generosidad excesivas que no garantizan en absoluto el aprecio de los demás.
El ansia de complacer a otros se puede convertir en una adiccion por el que se paga un precio muy alto. Nos obliga a vivir según lo que los demás esperan de nosotros y nos olvidamos de nosotros mismos.
Irónicamente...a mayor necesidad de amor, menos respeto recibimos. Tratamos desesperadamente agradar y eso nos convierte en personas débiles y menos deseables.
Nos crea sentimiento de inutilidad porque lo que fija nuestro valor es la opinión ajena. Nos crea frustración permanente porque...por mucho que nos esforcemos nunca gustaremos a todo el mundo. Y perdemos los objetivos vitales porque con el fin de complacer a los demás...nos encontramos haciendo cosas con gente que no queremos.
La constante necesidad de aprobación se debe a una inseguridad en muchos casos tiene su origen en un abuso del pasado, físico, verbal o emocional. Y solo lo superaremos si nos enfrentamos a las emociones negativas como la culpa o la vergüenza.
El primer paso es aceptarse uno mismo. Porque una vez que asumimos que no tenemos por que gustar a todo el mundo, ganamos un espacio precioso en nuestra vida para compartir nuestro tiempo y sentimientos con las personas con las que si tenemos complicidad, química...con las que deseamos y que nos aceptan tal y como somos.
"La mitad de nuestros problemas en la vida pueden ser identificados por haber dicho "Si" demasiado rápido o por habernos negado demasiado tarde"
JOSH BILLINGS
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