Las personas adquirimos conocimientos durante nuestra infancia.
Es en esa etapa cuando tomamos conciencia de las acciones que ejercemos sobre una cosa o sobre una persona y la transformación o ausencia de ella como reacción.
Uno de los estudiosos en el desarrollo de la inteligencia y en su Teoría del Desarrollo Cognitivo, Jean Piaget sostenía que los niños confunden su mundo interior con el exterior. En ese proceso de aprendizaje y de cambio continuo se involucran transformaciones y estados y a veces, los niños creen que con sus pensamientos pueden hacer que las cosas sucedan.
Si el niño está muy enfadado con su hermano, su pensamiento puede hacer que él se tropiece. O si la niña siente una gran admiración por su madre, su pensamiento puede hacer que se convierta en ella si se imagina tomando café o trabajando con el móvil.
Se desarrolla un mundo simbólico, manipula mentalmente la información a su gusto y aparece el pensamiento mágico.
El desarrollo del mundo simbólico se manifiesta en el juego de rol, tal como los médicos, las casitas, los coches o las cocinitas, donde el niño utiliza los juguetes representacionalmente para imitar actividades y conductas que observa en el mundo de los adultos. Así lo denominó Piaget: creer que por desear algo, esto va a suceder.
Este tipo de pensamiento, se supone, que desaparece cuando se alcanzan los 7 años. Pero parece que eso no es siempre así y los adultos, caemos en la creencia como niños, de que el mero deseo conduce a que las cosas sucedan.